dimarts, 2 d’octubre del 2018

Abandonar



 Después de años de búsqueda y de práctica, he encontrado que esta es la cuestión central de la práctica espiritual. Cuando se vive en el abandono, parece muy fácil, pero es difícil de explicar, es sutil. Abandono no quiere decir de ninguna manera pasividad.  

En el zen, cuando se practica zazen (meditación sentado/a), la mente no se apega a nada, ni rechaza nada, ni busca nada. Simplemente observa, aceptando absolutamente lo que hay, lo que es. ESTO ES ABANDONO. Esto es soltar. Después, en la vida cotidiana, uno trabaja, tiene objetivos, lucha, rechaza la violencia, la injusticia, etc. Pero internamente, uno acepta la Realidad tal como es, sin rebelarse, ni enfadarse nunca con la vida. Si surge enfado, pues bien, esto es parte de la Realidad. Se observa y se acepta el enfado, y uno se sitúa más allá del enfado. Esto es abandono.

Es como el karma yoga, el yoga de la acción desinteresada, sin apego a los resultados de la acción. Uno debe hacer lo que es natural, lo que es el propio deber, sin importar el éxito o el fracaso. O los místicos cristianos o los practicantes del Advaita Vedanta, como Ramana Maharshi, se entregan totalmente a la Divinidad o al Yo Superior. Esto significa aceptar la Voluntad de Dios, sea cual sea. Hacer lo que es propio y necesario, lo mejor que uno pueda, pero sin inmutarse (tratar de) por los resultados. Esto es abandono.

Practicando el abandono, la ilusión del ego va cayendo, poco a poco. Cada vez se puede vivir más en el momento presente. Cada vez hay más paz. ¡¡Pero sin buscar nada!! Sino ya no es abandono ….

Algunas lecturas que me han ayudado mucho para entender y realizar el abandono son las de Toni Parsons, Ramana Maharshi y Byron Katie.