dimarts, 16 de març del 2010

Adagio d’Albinioni.



Aquesta era la música que més li agradava a la meva mare els darrers anys de la seva vida. I que profundament trista que és!

L’escolto un cop més, i em ve tota la soledat que vivia la meva mare. I veig que era immensa. Vaig estar prou al seu costat en aquella etapa? I per única resposta, un dolor punxant en el pit.

Quanta soledat hi ha al mon!

I m’adono que això només te una solució: abraçar el moment present. Abraçar el moment present és abraçar, ara, a la meva mare. Abraçar el moment present és abraçar-te, ara, a tu que estàs aquí.

2 comentaris:

Nieves ha dit...

Es una pieza preciosa! Yo tambien me enamore de ella, como si fueramos una!
Sublime!

La soledad Albert no es solo estar acompañado fisicamente. A veces se puede estar mas solo en compañia que en soledad elegida. En algun momento como hijos nos sentimos culpables.... y acabamos dando a nuestros propios hijos, como en una flecha que va en una sola direccion a traves de generaciones....

una abracada

Siddharta ha dit...

La solución es abrazarte AHORA a ti que estas AQUI ...

Es decir, estar bien presente en ESTE instante para que nunca más nadie se pueda sentir solo/a en lo que dependa de mi. En el Zen no tiene cabida la culpabilidad, porque se vive (esto es la teoria, claro!, en la práctica hecemos lo que podemos ...) en el momento presente. Si uno se da cuenta que en el pasado se equivocó, simplemente toma nota y procura no repetir nunca más algo que piensa que es un error (por gordo que sea!). Pero los sentimientos son los sentimientos y hay que respetarlos, forman parte de mi realidad. Otra cosa es alimentar la culpabilidad o dejarse avasallar por ella.

En aquel momento senti algo de culpabilidad. Pero gracias a mi práctica del zen, tomé nota, aceptándola, escribí en el blog, y la solté al momento.

Y estoy de acuerdo contigo, la soledad más fuerte es aquella que se puede experimentar hasta estando acompañado. Y que diferencia entre lo mucho que nos damos a nuestros hijos y lo poco que nos damos a nuestros padres.

Pero a pesar de todos los pesares, estuve muy cerca de mi madre durante sus últimos años. Segun ella decia a menudo, nadie la abrazaba como yo lo hacia. Quizás le dedicaba poco tiempo, pero cuando estaba con ella, estaba al 100%, totalmente yo.